lunes, 29 de marzo de 2021

El parto

 


Tiempo de lectura prevista 00:06:42

 

Matías acabó su dura jornada laboral. Su jefe le había obligado a hacer horas extras y se encontraba por ello extremadamente cansado. Esperó la llegada del autobús en la parada que había junto a la fábrica y observó la enorme luna llena que empezaba a elevarse sobre el horizonte. Un par de minutos después apareció el transporte público mostrando su falsa sonrisa compuesta por los focos y el enorme adorno central. Subió en el vehículo cuando se detuvo y se sentó nada más hacerlo.

Veinte minutos después descendió del autobús y caminó quince más, hasta que al fin llegó a su casa. Al entrar en ésta encontró a su mujer sentada en el sofá del pequeño comedor viendo la televisión.

— ¡Ya estoy aquí cariño! —saludó Matías.

— ¡La cena la tienes en la cocina! —contestó su cónyuge sin apartar la mirada de la pantalla del aparato.

— ¡Oh! ¡El concursante número cinco lo ha perdido todo! —gritó la televisión.

Matías se sentó en la mesita que en había en la cocina y desganado, teniendo poco apetito quizás por causa del cansancio, comenzó a cenar. Al final dejó casi todo el contenido del plato sin tocar. Luego, tras recogerlo todo, pasó por el comedor. Su mujer seguía viendo la televisión concentrada en ello.

—Voy a pegarme una ducha antes de acostarme —anunció Matías.

Ella ni lo oyó. Él fue al cuarto de baño y  se sentó en el retrete. Eran las doce en punto de aquella noche de luna llena. Instantes después se escuchó una vocecilla:

— ¡Eh! ¿Me oyes?

Matías se quedó sorprendido. ¿De dónde provenían esas palabras?

— ¡Mírame! ¡Estoy aquí abajo! —volvió a escucharse.

Matías se puso en pie como impulsado por un resorte pues  daba la sensación de que la voz procedía del interior del retrete. Bajó su mirada y   vio en el interior de la taza  una especie de hombrecillo flotando en el agua. Incompresiblemente, éste parecía  haber sido moldeado con sus heces. Boquiabierto, Matías se inclinó un poco para observarlo mejor y extrañado vio que el rostro de aquel torpe muñeco marrón sonreía. De repente éste comenzó a hablar:

— ¡Hola Papá!

Fue tal el susto que se dio Matías al ver pronunciar esas palabras al hombrecillo que cayó de espaldas, golpeándose en la cabeza con una de las paredes de aquel  diminuto cuarto de baño. Cuando se repuso de esto se asomó de nuevo al retrete para comprobar si todo aquello había sido solo una alucinación.

— ¡Papá! —volvió a exclamar el hombrecillo al ver su rostro.

— ¿Quién eres? ¿De dónde has salido? —preguntó Matías más asustado que asombrado.

— ¡Soy yo! ¡Tu hijo!

— ¿Mi hijo? ¿Qué broma es ésta?

—No es ninguna broma Padre. ¡Es un milagro! Ya sé que estoy constituido por este innoble material, pero de todas formas… ¡Soy tu hijo!

Matías se frotó aturdido la frente con su mano derecha.

— ¡Debo estar soñando! —se dijo a sí mismo.

Después dirigió de nuevo su mirada a aquel extraño ser y volvió a exclamar asustado:

— ¿Un milagro? ¡Esto es una locura!

— ¡No Padre! —respondió el ser hecho con  heces—. ¡Es un milagro! ¡El milagro que permite a los hombres parir!

— ¡Por Dios! ¡Estoy desvariando sin duda!

—No Padre. ¡Soy real!

— ¡Pero!... ¿Cómo es posible?

—La naturaleza, Padre, a veces provee soluciones sorprendentes a la vida.

— ¿La naturaleza?

— ¡Sí Padre! Si un hombre defeca a las doce en punto de la noche, hay luna llena y éste desea  fervientemente ser padre, se realiza el milagro que le permite parir.

— ¿Parir? ¡Dios! ¡Estoy como una cabra! ¡Pero lo cierto es que siempre he deseado tener hijos! ¡Precisamente eso es algo que  esa naturaleza de la que tú me hablas siempre me lo ha negado!

— ¡Quizás por eso te ha concedido este milagro! ¡El milagro de ser padre!

— ¿Eres mi hijo? Entonces tendré que ocuparme de ti. ¡Qué responsabilidad!

—No te preocupes Padre. No tendrás que hacerlo. Mi vida es efímera.

— ¿Qué quieres decir con eso?

—Solo deberás dejarme estar un rato aquí, flotando en el agua. Podremos charlar y conocernos. Luego, tras unas horas, el agua me diluirá lentamente.

— ¡Eso es terrible! ¡No lo permitiré! ¡Te sacaré de ahí! ¡No puedo dejar que mi único hijo se disuelva  en un infame retrete!

— ¡No lo intentes Padre! ¡Por favor! ¡Me producirás terribles dolores si me sacas del retrete!  Al resecarme moriría  desmembrado de una forma prematura y atroz. ¡Debo permanecer flotando en estas negras aguas durante toda mi breve existencia!

Matías se entristeció al escuchar esa explicación, pero acostumbrado a ceder ante todo a lo largo de  su vida se dijo a sí mismo:

— ¡Está bien, si ese el destino que se nos ha marcado!

Entonces el novato padre se sintió inmoral así, desnudo, frente a su hijo.

—Si me permites  —añadió Matías—  voy a ducharme y ponerme el pijama. Luego podremos mantener esa postrera charla. ¡Seré breve!

— ¡Claro Padre! Mientras tanto disfrutaré un rato a solas este agradable baño.

Matías se metió en la ducha y el agua comenzó a caer sobre su cuerpo. Se enjabonó pensando en la de mil cosas que podía charlar con su hijo: el sentido de la vida, la existencia de Dios, la teoría de la relatividad, los números complejos con su parte real y su parte imaginaria.

De repente  se escuchó la voz de su esposa:

— ¡Matías! ¡Eres un guarro! Te he dicho mil veces que tapes la taza cuando termines y que tires de la cadena.

— ¡Noooo! —gritó el hombre asomando su cabeza por la cortina de la ducha.

Era demasiado tarde. Su esposa había hecho funcionar  el mecanismo de la cisterna del retrete  y el agua cayó en la taza en un pequeño torrente, arrastrando al desgraciado hombrecillo de heces en aquel descontrolado vórtice.

— ¡Eres un asesina! —exclamó Matías impotente al ver que su mujer le privaba de conocer a su recién parido hijo.

Ella lo miró extrañada y abandonó el baño.

Matías, al ver que no había podido charlar con su desgraciado retoño y despedirse de él como merecía, comenzó a llorar. Las gotas  de la ducha que caían sobre su cuerpo se unieron con  las lágrimas que brotaban en sus ojos y juntas, se perdieron por el desagüe.




Este texto pertenece al libro Pequeñas Treguas, correctamente registrado por su autor y disponible ahora solo en Amazon al precio más barato posible. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario